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jueves, 14 de febrero de 2013

Bodegas El Maño



C/ de la Palma, 64
Metro: Noviciado (línea 2)
Precio de la caña (no hay botellín): 1,40€ en vaso corto (Mahou)
Tapa: aceitunas aliñadas, rebanaditas de pan con que queso...very soft...muy rácanos
Especialidades: Vinos y vermut (1,50€)






Las guías turísticas son insidiosas. Los blogs (como éste) aún más. Parece que las opiniones del personal, siempre sesgadas y a menudo patrocinadas, tienen más peso que el espíritu aventurero del viajante (aunque sea viajante en su propia urbe). En lugar de adentrarnos allí donde las piernas y el olfato nos guíen solemos preferir que las experiencias ajenas nos marquen el camino. Como si mi opinión respecto a lo que sea fuera voz autorizada para ti, lector, que no me conoces de nada.
El Maño, inmerso en la zona de moda para "tomar unas cañitas" (como suelen decir los guays que se toman dos y luego se pasan al trina), es una ex-bodega (porque de bodega sólo quedan las tinajas y el rótulo) que vive del goteo incesante de guiris que visitan el asunto porque lo recomienda la Lonely planet, la Michelín o cualquiera de esos prospectos turísticos que citan, como visita obligada, el museo del Real Madrid. El resto de clientela son los guays de los que hablaba, algún que otro poeta sin verso y novios despistados. Como si se tratase de un escenario teatral conserva el decorado que seguramente tenía hace más de cincuenta años, lo que le da un aire cool, apolíneo. No es frío ni cálido, flota como un perfecto artificio volátil. Los bares, como los sitios, no los hace el paisaje sino el paisanaje, y el paisanaje de El Maño podría estar en las estanterías del Leroy Merlín. Lo más animado del sitio son los carteles de conciertos y un espejo majestuoso que vigila, como Hal 9000, los movimientos metálicos de los parroquianos.


Las camareras son tan correctas como desganadas. Una de ellas, lánguida y madura, lucha por preservar rasgos bellos que se desvanecen en la medida en que sirve patatas bravas. Seguramente ese no era su sueño. La otra se come una pera mientras espera romper aguas de un momento a otro.
Respecto a la caña...nos la podían haber servido en un dedal y me hubiera quedado igual, parece una birra para Pumuki. El precio: 1,40 €. Eso sí, la acompañan con una micro-rebanada con pegatina de queso regada con aceite de oliva y finas hierbas. Otras veces me han puesto cuatro o cinco aceitunas en un cenicero. Deben ser tapas espirituales. Creo que la mejor opción es tomarse un vino  o un vermut, que para eso farda de ser bodega.
Un consejo...antes de pedir raciones, sin ton ni son, asegúrate de tener bonometro o abono transporte para volver a casa. La sajada es importante.
Me hubiera gustado tomarme algo allí hace medio siglo. No por vivir durante aquel lúgubre periodo de la historia de España sino, simple y llanamente, porque aún los vinos eran chatos y las vinotecas bodegas.










 Arnyfront78

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