C/ Goya, 88
Metro: Goya (Líneas 2 y 4)
Botellín: 1,30€ (Mahou)
Grifo de Mahou.
Tapas:
papas con pomada, papas con butifarra y pimientos del
padrón, mejillones a la vinagreta, papas con chorizo frito...
Especialidades:
torreznos, bacalao rebozado, chorizo a la olla, tortilla de jamón o
chorizo, morcilla, sardinas ahumadas, bonito en escabeche...
Cuando
entro en bares que se laman: La meca de las bravas, El rey de las
pijotas, Criadilla´s king o, como éste, Los torreznos, dando a entender
que son auténticos maestros en elaborar el manjar que enuncian, me pido
un café solo. Las obviedades no suelen serlas y mi escepticismo
congénito rechaza los anuncios, autobombos y loas impúdicas de quienes
utilizan su nombre como zafio reclamo... "dime de qué presumes y te diré
de qué careces". Pero, evidentemente, me equivoco, así que no me hagáis
ni puto caso.
El bar-restaurante Los Torreznos (más bar que
restaurante), fundado en 1956 por la familia Blázquez, tiene tres
locales en la capital (Goya, Alonso Cano y López de Hoyos) supuestamente
especializados en esta delicatessen castellana tan rica, sana y dietética. Y digo "supuestamente", no porque no estén cojonudos, sino porque, in stricto sensu,
no son torreznos sino más bien, palomitas de cerdo frito. No hace falta
haber nacido en Ávila, estado pontífice del Torrezno (por mucho que
digan charros y manchegos), para percatarse de que el torrezno canónico
requiere ser introducido en una orza con aceite y manteca para que coja
esa textura dura de la corteza y arcillosa del tocino con su carne
entreverada. Aquí te plantan tiras churruscadas de gorrino, sajadas del
costillar que, evidentemente, son más magras que grasas. ¿Dónde se ha
visto un torrezno con astillas óseas?...
Pero eso da igual, sean o no
torreznos de recetario están de puta madre. Eso sí, cuidado con la
trampa: la ración (más bien tapita) cuesta 2€ + 0,20€ (del pan) POR
PERSONA. Tú dirás... "de puta madre... ¡señor camarero, ponga esos
torreznos con fama allende los mares!". En el caso de que estés solo, la
jugada te sale redonda ya que, por dicho precio, no tienes que
compartirlos. Pero, si vais en grupo, tened en cuenta que el número de
torreznos no aumenta proporcionalmente al incremento de comensales, por
lo que se da la paradoja de que el plato para cuatro (8,80€) es bastante
similar al de para dos (4,40€). Así que pide siempre una ración
inferior a los que sois; es decir, si sois 130 personas pide torreznos
para unos 70. De lo contrario, harás el canelo. Es indignante que cueste
lo mismo irse de torreznos que de putas. Por lo demás... claroscuros que
hacen atractivo o detestable el sitio en función del nivel de
exigencia, tolerancia o estúpidez del consumidor. El ambiente es espeso,
el servicio ágil, los aperitivos grasos, las raciones ramplonas, el
menú del día está bien valorado, tiene terraza en la asmática calle Goya
y dentro, junto a la barra, el aire rezuma un picante perfume de
refinería libia.
Sin duda alguna es parada obligatoria o lugar de
quedada para quienes van al Palacio de los deportes. Así que, si vas a
ver un partido de basket, un concierto de Sonia & Selena o a comprar
utensilios en la Exposex de turno, Los Torreznos es todo un referente
para precalentar o para dar el resto después del evento. Por si os
interesa, tened en cuenta que el próximo 17 de septiembre (hasta el 21
de septiembre) se va a celebrar en el Palacio de los deportes la primera
edición del Madrid Oktoberfest. La entrada es gratuita y parece ser que
van a fluir litros y litros de cerveza alemana para pasar las salchichas,
el chucrut y los codillos de mamut que la gente va a engullir durante
ese fin de semana. La ambientación musical creo que corre a cargo de la
orquesta bávara de las nuevas generaciones del PP. Todo sea por hacer
la pelota al IV Reich de Ángela.
Arnyfront78
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sábado, 23 de agosto de 2014
viernes, 8 de agosto de 2014
El Baco
C/ Gustavo Fernández Balbuena, 17
Una
ubicación estratégica parece relevante a la hora de poner un negocio.
Si no, que se lo pregunten al propietario de la farmacia que está pegada
al ambulatorio, al dueño del puesto de chuches que espera las
acometidas de los párvulos que salen del colegio o a las obreras del
amor del "club" Stark, al ladito de Mercamadrid. En esa línea andan los bares y cafeterías que están junto
a centros sanitarios, organismos oficiales y edificios administrativos,
en los que se requiere la paciencia de un enhebrador de hímenes para
realizar cualquier gestión. La desesperación de tener el número 867
cuando van a atender al 32 te conduce directamente a la barra del primer
bar cercano para tratar de templar nervios y mala hostia con una taza
de café con Soberano.
En esa tesitura se encuentra El Baco, primer bar tras pasar el arco detector de metales del Registro civil de la calle Pradillo. Nuestra visita a este barracón con inusitada raigambre es, por tanto, mera consecuencia de una tortuosa mañana burocrática. Para que os hagáis una idea, quienes nunca halláis tenido la suerte de pasar una o varias mañanas tramitando lo intramitable en el Registro Civil, deciros que se aproxima bastante a "la casa que enloquece" de "Las doce pruebas de Asterix." Esa surrealista búsqueda de la mítica forma A-38, lucida sátira de los perversos mecanismos (la burocracia) que el estado interpone entre él y los ciudadanos para hacer a éstos ininteligible el ejercicio de la gestión pública, la viven cada mañana todos aquellos que acuden allí para casarse, dar de baja a sus difuntos, cambiar de sexo o cambiar su actual nombre por el de "Stalin de todos los santos".
Pero, sin negar su analogía con un frenopático, una comparación más ajustada sería la de aquellas ventanillas siniestras y desangeladas que veíamos en las películas yankees de los ochenta en las que una cola de losers esperaba con resignación mendicante que una funcionaria gorda les tramitase la prestación social que la gracia del estado dispensa. Parece que la corriente neoliberal que, durante el mandato de Reagan redujo la dotación económica de la administración norteamericana para intentar reducirla a un kiosko de pipas, se impone poco a poco en España. Así, donde antes trabajaban diez funcionarios , de los cuales seis estaban desayunando, sólo han quedado dos que se turnan para escaquearse. Y, sin embargo, el alud de trámites, polizas y formularios a rellenar no ha menguado. ¿Qué se persigue con todo esto?... el evidente colapso del sistema para disuadir a los ciudadanos de que ejerciten sus derechos civiles en los términos que contempla la ley.
Nosotros fuimos a inscribir a nuestro pequeño recien nacido. Parece ser que hay trámites peores y, aun así, el espectáculo es dantesco. No hay cita previa; hay cola desde la madrugada para obtener número (hay un máximo de números por día y si te has quedado sin él tienes que volver otra vez); la sala de espera tiene 20 asientos para unas 200 personas y está empapelada con circulares sobre los requisitos exigidos para proceder al registro en español y mandarín, con pasquines de CC.OO. contra los recortes y con el anuncio de un Seat Córdoba del 2004 con tan sólo 77.000 km. por 3.600€; los progénitores acuden recien salidos del hospital dado que registrar al neonato es requisito indispensable para realizar los trámites posteriores; las parturientas doloridas acechan en busca de silla, con los puntos encarnados, sacándose leche con ordeñadoras, perfumadas con meconio... algún bedel calienta biberones... los prosegur no dan a basto para vigilar que nadie se cuele y que no roben bolsos... En fin, se dice que el nuevo proyecto de ley, por el cual la documentación que acredita los nacimientos podrá ser remitida al registro civil desde el propio hospital, ayudará a aliviar la congestión burocrática de la sección primera de tan ilustre institución. Pero visto lo visto, alguien debería proponer que los partos se realicen directamente en Pradillo ante los secretarios judiciales. Así podrían dar fe al mismo tiempo de la filiación y de la episiotomía.
En deifinitiva, mucho tiempo esperando que aprovechamos para ir a desayunar. El Baco es un bar ignoto que, no obstante, guarda cierto encanto gracias a lo desfasado que está. No sé si esa inadaptación al presente es fruto de una deriva errática o de una intencionalidad reaccionaria... lo mismo da... el resultado no puede ser más estimulante... pinchos de tortilla sobre hules estampados, cafés con madalenas, prensa deportiva, láminas compradas al peso en el Rastro, posters de la selección española, ofertas de copazos de Terry y Magno y un sabio aviso a navegantes: "Si quieres vivir en paz deja a tu mujer mandar". En todos y cada uno de los rincones del bar queda clara la impronta añeja del barman... un tipo lacónico, resuelto en sus acciones, de mirada esquiva y voz templada... con edad como para jubilarse por segunda vez.
Sobre la barra...decenas, cientos, miles de platillos con café y azucar que aguardan cada mañana el goteo incesante de registrantes a la espera de ser registrados y de registrados agotados de ser registrantes. Poco más que decir... un pincho de tortilla decente, precios asequibles y una alternativa para hacer tiempo pribando hasta que llegue tu turno. Si no es así, ten paciencia y llévate "Los pilares de la tierra" y un tubo de hemoal.
Arnyfront78
Metro: Alfonso XIII (línea 4)
Botellín (Amstel): 1,25€
Caña (Alhambra): 1,20€
Tapas: Croquetas yempanadillas congeladas, papas bravas, paella...
Especialidades: Papas al ajillo,papas bravas, tortilla de patata, oreja, callos, boquerones en vinagre, calamares, chopitos, mejillones...
En esa tesitura se encuentra El Baco, primer bar tras pasar el arco detector de metales del Registro civil de la calle Pradillo. Nuestra visita a este barracón con inusitada raigambre es, por tanto, mera consecuencia de una tortuosa mañana burocrática. Para que os hagáis una idea, quienes nunca halláis tenido la suerte de pasar una o varias mañanas tramitando lo intramitable en el Registro Civil, deciros que se aproxima bastante a "la casa que enloquece" de "Las doce pruebas de Asterix." Esa surrealista búsqueda de la mítica forma A-38, lucida sátira de los perversos mecanismos (la burocracia) que el estado interpone entre él y los ciudadanos para hacer a éstos ininteligible el ejercicio de la gestión pública, la viven cada mañana todos aquellos que acuden allí para casarse, dar de baja a sus difuntos, cambiar de sexo o cambiar su actual nombre por el de "Stalin de todos los santos".
Pero, sin negar su analogía con un frenopático, una comparación más ajustada sería la de aquellas ventanillas siniestras y desangeladas que veíamos en las películas yankees de los ochenta en las que una cola de losers esperaba con resignación mendicante que una funcionaria gorda les tramitase la prestación social que la gracia del estado dispensa. Parece que la corriente neoliberal que, durante el mandato de Reagan redujo la dotación económica de la administración norteamericana para intentar reducirla a un kiosko de pipas, se impone poco a poco en España. Así, donde antes trabajaban diez funcionarios , de los cuales seis estaban desayunando, sólo han quedado dos que se turnan para escaquearse. Y, sin embargo, el alud de trámites, polizas y formularios a rellenar no ha menguado. ¿Qué se persigue con todo esto?... el evidente colapso del sistema para disuadir a los ciudadanos de que ejerciten sus derechos civiles en los términos que contempla la ley.
Nosotros fuimos a inscribir a nuestro pequeño recien nacido. Parece ser que hay trámites peores y, aun así, el espectáculo es dantesco. No hay cita previa; hay cola desde la madrugada para obtener número (hay un máximo de números por día y si te has quedado sin él tienes que volver otra vez); la sala de espera tiene 20 asientos para unas 200 personas y está empapelada con circulares sobre los requisitos exigidos para proceder al registro en español y mandarín, con pasquines de CC.OO. contra los recortes y con el anuncio de un Seat Córdoba del 2004 con tan sólo 77.000 km. por 3.600€; los progénitores acuden recien salidos del hospital dado que registrar al neonato es requisito indispensable para realizar los trámites posteriores; las parturientas doloridas acechan en busca de silla, con los puntos encarnados, sacándose leche con ordeñadoras, perfumadas con meconio... algún bedel calienta biberones... los prosegur no dan a basto para vigilar que nadie se cuele y que no roben bolsos... En fin, se dice que el nuevo proyecto de ley, por el cual la documentación que acredita los nacimientos podrá ser remitida al registro civil desde el propio hospital, ayudará a aliviar la congestión burocrática de la sección primera de tan ilustre institución. Pero visto lo visto, alguien debería proponer que los partos se realicen directamente en Pradillo ante los secretarios judiciales. Así podrían dar fe al mismo tiempo de la filiación y de la episiotomía.
En deifinitiva, mucho tiempo esperando que aprovechamos para ir a desayunar. El Baco es un bar ignoto que, no obstante, guarda cierto encanto gracias a lo desfasado que está. No sé si esa inadaptación al presente es fruto de una deriva errática o de una intencionalidad reaccionaria... lo mismo da... el resultado no puede ser más estimulante... pinchos de tortilla sobre hules estampados, cafés con madalenas, prensa deportiva, láminas compradas al peso en el Rastro, posters de la selección española, ofertas de copazos de Terry y Magno y un sabio aviso a navegantes: "Si quieres vivir en paz deja a tu mujer mandar". En todos y cada uno de los rincones del bar queda clara la impronta añeja del barman... un tipo lacónico, resuelto en sus acciones, de mirada esquiva y voz templada... con edad como para jubilarse por segunda vez.
Sobre la barra...decenas, cientos, miles de platillos con café y azucar que aguardan cada mañana el goteo incesante de registrantes a la espera de ser registrados y de registrados agotados de ser registrantes. Poco más que decir... un pincho de tortilla decente, precios asequibles y una alternativa para hacer tiempo pribando hasta que llegue tu turno. Si no es así, ten paciencia y llévate "Los pilares de la tierra" y un tubo de hemoal.
Arnyfront78
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